La homofobia es un término que describe el odio y rechazo a gays o lesbianas y hacia la homosexualidad y el lesbianismo. Refiere al miedo o a la negativa de personas, organizaciones, agencias y/o gobiernos a enfrentar la realidad y las especificidades que tiene este comportamiento sexual no heterosexual. La homofobia tiene un efecto directo, muchas veces devastador, sobre la vida de las personas homosexuales. También obstaculiza la puesta en práctica de estrategias de educación, prevención y sensibilización en torno a la diversidad sexual.
Los estudios sobre la homofobia muestran que es un fenómeno que opera en distintos niveles interrelacionados. La homofobia personal se manifiesta cuando una persona tiene la creencia de que los gays y las lesbianas se merecen odio o lástima por no poder controlar sus deseos, estar perturbados/as, ser genéticamente defectuosos/as, inmorales, anormales e inferiores a los/as heterosexuales.
La homofobia interpersonal se expresa cuando el prejuicio personal se transforma en actitudes discriminatorias que afectan la relación entre las personas en distintos ámbitos, como el familiar, laboral y social. Algunos ejemplos son los apodos o ‘chistes’ cuyo propósito es insultar o difamar; la agresión física o verbal y otras formas extremas de violencia; el retiro de apoyo, el rechazo, el abandono por amigos y otros compañeros, colegas de trabajo, familiares; la negativa de arrendadores a rentar departamentos, de comerciantes a prestar servicios, de aseguradoras a ampliar su cobertura, y de patrones a contratar, basándose en una identidad sexual real o atribuida.
La homofobia institucional se refiere a las formas en que organismos gubernamentales, empresariales, profesionales, educativos o religiosos discriminan sistemáticamente por la orientación o identidad sexual. A veces dicha discriminación está apoyada en leyes, códigos o reglamentos y a menudo opera para legitimar la homofobia interpersonal. Así los informes de ONG que denuncian casos de violaciones de derechos señalan que en la investigación de los crímenes de odio impera la indiferencia, el desprecio y la negligencia de las autoridades procuradoras de justicia. Además, el silencio y la escasa presión de la opinión pública para que se investigue y esclarezca este tipo de ejecuciones justifica inconscientemente a los asesinos. Incluso, el prejuicio y el repudio a la conducta homosexual llevan a culpar a la propia víctima y exonerar al criminal, quien actúa con total impunidad.
Tales actitudes societales se clasifican como expresiones de homofobia cultural, es decir las normas sociales o códigos de conducta que, sin estar expresamente inscritos en una ley o un reglamento, funcionan en la sociedad para legitimar la opresión. Se manifiestan a través de la negación de la diversidad, de silenciar voces o invisibilizar imágenes homosexuales en los medios de comunicación o la historia, la creación de guetos, y el uso de denominaciones despectivas y estereotipos.
Aunque no sean víctimas directas de violencia homofóbica, es inevitable que la lucha constante contra un entorno homofóbico tenga secuelas a veces devastadoras en las personas homosexuales. El vivir bajo la presión de tener que fingir que no se es homosexual, temiendo que la homofobia destruya sus relaciones familiares, su amor propio y hasta sus mismas vidas, tiene un costo alto. La opresión social y el miedo al rechazo pueden llevar a la depresión, el abuso de drogas y hasta al suicidio. Casi todos los grupos tradicionales de apoyo al joven (la familia, la Iglesia, las escuelas) rechazan, condenan o niegan la existencia de la juventud gay y lesbiana. Sin un sistema de apoyo, muchos de estos jóvenes se convierten en víctimas de la sociedad homofóbica. De hecho, estudios realizados en EEUU y Costa Rica evidencian que hay un número mayor de suicidios en adolescentes gays que en jóvenes heterosexuales.
Para algunas personas homosexuales la permanente amenaza de violencia, y hasta de muerte, y la falta de protección de parte del Estado puede llevar a que busquen asilo en otros países. Otras que no sufren una persecución directa, pero que buscan ejercer libremente su identidad sexual, optan por la 'migración por opción sexual', tratando, por ejemplo, de conseguir residencia en aquellos países donde se les reconoce el derecho a formalizar sus uniones.
Putο: Forma despectiva de llamar a los homosexuales varones. A diferencia de su femenino no se usa para indicar prostitucion.
Chongo: Se refiere a los homosexuales de apariencia masculina. El termino “chongo” es usado por las mujeres heterosexuales para referirse a sus parejas informales.
Loca: Antonimo de Chongo. Homosexual afeminado. Este termino dejo de ser utilizado por los Heterosexuales conviertiendose en uso exclusivo de la comunidad gay.
Metrosexual: Movimiento heterosexual que promueve el aputosamiento del hombre.
Hablar con Z: Exageracion del estereotipo homosexual.
Gym: Abreviatura del ingles Gymassium
miércoles, 5 de mayo de 2010
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